venerdì 20 novembre 2009

DOS ABORTISTAS QUE CAMBIARON DE VIDA

Hace pocos días, Abby Johnson cesó como dirigente de un centro abortista ubicado en la Bryan/College Station, Texas, de propiedad de Planned Parenthood (una de la más grande cadena abortista del mundo), gracias a la oración dirigida y organizada por Vida Humana Internacional en honor de san Miguel Arcángel.

Aún Recuerdo que en octubre del 2008, Vida Humana Internacional tuvo la valentía de lanzar una campaña de oración por 40 días frente a las clínicas abortistas en Los Estados Unidos, con una finalidad bien precisa: Pedir la conversión de quienes realizan el aborto. E aquí uno de sus resultados: "simplemente pensé, no puedo hacer más esto. Fue como un flash que me golpeó”. Con estas palabras Abby Johnson, resume el cambio de conducta ocurrida en su persona. Pero, me pregunto, la oración ¿tiene poder suficiente para producir un cambio de actitud?. El Director Nacional de la iniciativa 40 Días por la Vida, David Bereit, comenta al respecto: "Esta sorprendente conversión demuestra la importancia de la oración constante y pacífica que se realiza frente a las clínicas de aborto". Con lo cual, se evidencia la fuerza oculta y necesaria de la oración, hecha en comunidad y con un fin preciso. Más aun, ahondando en la frase de la nueva cristiana Abby Johnson: “Fue como un flash que me golpeó”, la oración ayuda a percibir con claridad ciertas verdades objetivas (abortar es matar, por ejemplo) y, por tanto, capacita para obrar en consecuencia: “no puedo hacer más esto”.En este contexto, no sorprende la conversión de Abby Johnson al catolicismo.

El caso que más ha conmocionado al mundo moderno en cuanto a un cambio de vida radical, ha sido la conversión del doctor Bernard Nathanson, el más grande abortista de los Estados Unidos: “"Estoy totalmente convencido de que sus oraciones fueron escuchadas por Él", había dicho el doctor agradeciendo a sus benefactores espirituales.

Visto los efectos espirituales que produce la oración, también tú querido amigo lector, puedes empezar a rezar. Así como al aprender un programa de informática, se aprende mejor con la práctica que con la teoría, en la oración sucede lo mismo: para verla practicada en los otros, es necesario practicarla primero en la propia vida.

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