La semana pasada se han pronunciado varias personalidades del Perú en contra de la despenalización del aborto por motivos de violación o malformación física. Entre ellos destacan: el cardenal y arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani; el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y arzobispo de Trujillo, Héctor Miguel Cabrejos Vidarte; el presidente de la comisión episcopal de familia y vida Mons. José Antonio Eguren; también la defensora del pueblo, Beatriz Merino y el ex ministro de salud, el doctor Solari.
Todas las personalidades anteriormente mencionadas, aparecieron en los principales medios de comunicación del Perú. En la agencia de noticias aciprensa, en RPP, y El Comercio. El elemento unificador en sus diversas intervenciones es: “Defendamos la vida”. Llama la atención que en momentos álgidos como este, cuando se pone en riesgo el derecho fundamental de todo varón y toda mujer – el derecho a la vida - la única institución que sale al frente sea la Iglesia católica; conviene resaltar que lo hace de un modo muy preciso: “la vida humana merece respeto desde su concepción hasta su muerte natural”. Por tanto querer introducir legalmente el aborto bajo la falacia – argumento aparentemente verdadero pero que en realidad es falso – con la escusa de la violación o de mal formación física, es herir profundamente a la mujer en su cuerpo y en su mente. El arzobispo de Piura, Mons. José Antonio Eguren lo explica de este modo: “las estadísticas en el mundo entero demuestran que el aborto por violación no es ni siquiera aceptado por las verdaderas víctimas las mujeres violadas”. El doctor Solari, ha desenmascarado la verdadera intención que está detrás de toda esta campaña abortista “la presión internacional de grupos abortistas”.
Si la vida es el fundamento de todos los derechos – ya que sin ella es imposible acceder a los otros derechos, por ejemplo, derecho a tener un nombre propio - debería ser defendida en primer lugar, por la propia madre; luego por todas las autoridades que gobiernan el país. En este momento las palabras de madre Teresa de Calcuta, vienen como anillo al dedo: "El más grande destructor de la paz es el aborto porque, si una madre puede matar a su propio hijo ¿qué nos queda a nosotros, matarte a ti y tú matarme a mí? ¡No nos queda más que eso!”.
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